Sonntag, 4. November 2007

¡No pisar el pinzón!

Me parece todavía como un sueño. Ayer llegué de vuelta en la ciudad de quito. El vuelo procedía de la isla de Baltra, Galápagos (¡). Y eso es precisamente el sueño del que les voy a hablar en este blog. Hace ya casi dos semanas que estuve sentado en un café internet y que me decidí de sí comprar un pasaje para las islas galapagos. El argumento en contra era el precio exorbitante que se puede leer aquí en cada agencia de viaje. Pero claro, eso son tour-operadores que quieren vender sus viajes en cruzeros de diferentes niveles económicos. Averigüé que es posible hacer Galápagos de turista individual, cosa que yo pensaba que no era posible. Repito: lo es! Asi me fui a la oficina de TAME, una de las dos compañías ecuatorianas que sirven Galápagos. Me compré el ticket para dos dias después. Sin saber si habia sido la decisión correcta pero sonriendo salí de la oficina. ¿qué iba a ver allá? ¿va tener razón el australiano que hace unas semanas en una ocasión dijo que seguramente Galápagos sería observar lobos marinos junto con un grupo de pensionistas? ¡olvídate! – me dije a mi mismo. Mejor esperar nada y recibir las cosas tal y como vienen.
Unos 24 horas más tarde había escapado del frío y de la llovizna de la sierra ecuatoriana y me ubicaba en el aeropuerto de baltra, islas Galápagos. El sol calentaba y se podía oler el mar. No sabía cuánto extrañaba el mar hasta aquel momento en el que inhalé hondo y me detuve un momento.
En el aeropuerto era todo lo mismo que en otros lugares del mundo: taxistas que te quieren llevar a un hotel, tour-operadores que te quieren captar para un tour que solo ellos hacen de tal y cual manera, etc. La diferencia en el pequeño aeropuerto fue la entrega de equipaje: se tiene que salir del aeropuerto (donde un oficial con muy pocas animos te pide el pasaporte, el cual no le importa mucho, y los 100 $ de entrada, cosa que sí le importa mucho), caminar para un lado del edificio y esperar un camión que trae las maletas. Trabajadores las ponen en el suelo y la gente recièn llegada con ese vuelo puede entrar en un tipo de garaje para reclamar sus cosas.
Una horita más tarde estuve buscando alojamiento comparando precios. Ya entonces había visto mas animales que en un viaje entero. Sobre todo pelícanos, fragatas y otras aves. Además árboles y arbustos como mangla, cactus y otras cosas que desconozco.
Me cambié rápidamente de ropa (poniendome por fin cholas y quitarme los calcetines) y me fui a explorar el lugar. Puerto Ayora es bonito y pequeñito. La playa queda un poco lejos pero el camino hasta allá es lindo y la playa recompensa con su belleza. Arena que solo puedo comparar con harina: blanca y finísima. Poco después vi las primeras iguanas negras que casi no se distinguen de las rocas volcánicas en las que se encuentran. Después de haberse pasado mucho tiempo en el agua, sus cuerpos se han enfriados y precisan calentarse al sol. Son bastante tranquilos, se les puede acercar bastante. En camino hay incluso que despistarse para no pisarles. Como enojados escupen agua por la nariz. Es la sal que excretan de esta manera. Apilados una encima de la otra adormecen con una sonrisa permanente que les es innata.
Además de animales, Galápagos es famoso para su flora. Sobre todo la mangla forma una parte muy importante del ecosistema de las islas. Lo particular de las islas es que tienen edades muy diferentes. Las màs antiguas del archipiélago son san Cristóbal y española que tienen unos 6-8 millones de años. La jovencita es la más grande: Isla Isabela que solo tiene unos 700 000 años. Es por esto que en ella hasta el dia de hoy se detecta mucho actividad. La última erupción aconteció hace solo 2 años y hasta el dia de hoy se huele azufre y esta saliendo humo. La diferencia en edad ha sido la razón por la formación de animales y plantas endémicas en cada una de las islas. Fue sobre todo gracias a los pinzones –ligeramente diferentes en cada isla- que a Charles Darwin se le ocurrió la idea de la evolución. No sé si también al viejo investigador (omnipresente en todas las islas) se le sentó un pinzón en la mano cuando el estaba comiendo un pan. Pues, a mi sí me pasó! A todas las animales que me encontré en Galápagos les falta ese miedo al hombre. Claro que se escapan cuando uno se les aproxima mucho, pero se dejan observar de cerquísima! La mejor experiencia en cuanto a esto ha sido nadar y jugar con una foca. Fue entre dos inmersiones en el intervalo de descanso. El guía nos dijo que podíamos hacer buceo de superficie (snorkeling) cerca de una colonia de lobos marinos. A los 5 minutos se me aproxima una foca. Curiosa, elegante y juguetona. Le encantó asustarme: en un momento la vi en otro no sabía dónde estaba. Cuando de repente aparece de la nada delante de mis ojos y solo unos centímetros antes de chocarse con mi mascara se desvía para un lado, emitiendo burbujas en mi cara. Fue como si ladrara o como decir “BUH!”. Qué graciosos estos animales! Pero cuidado! Son animales salvajes y no hay que fiarse demasiado. Sobre todo los machos hay que tomarselos con prudencia. Siempre están vigilando su harem y se pueden sentir retados por el nadador. El guía nos dijo que eran incluso mas peligroso que los tiburones que se veia en el archipiélago. Información importante ya que la segunda inmersion nos llevó a un sitio con tiburones martillos. A uno ya le vimos desde el barco cuando nos pusimos el equipo. Todo excitado me eché al agua. Vimos muchos cosas: una escuela de 12 manta rayas (o rayas aguilas o como se llaman. Estos de alas en puntas, no redondas), tortugas, baracudas, peces agujas y según los que estaban un poco más delante de mi también tiburones martillos. Desgraciadamente no vi ninguno bajo el agua. Tampoco el día anterior cuando hice snorkeling en el “canal de los tintoreras”. Es como la casa de unos tiburones (tranquilos). No sé si ha sido por la falta de visibilidad o porque no estaban en casa o si no tuve suerte.
Visité dos de las islas: santa cruz y isabela. En esa última vi las tortugas gigantes que dieron el nombre al archipiélago. El nombre deriva de la forma de su concha que se parece a una montura de caballo de aquel entonces: el galápago.
Lo que no vi fueron los pingüinos. Ya no estan. Debido a cambios en el mar (algunas algas muertas) se han retirados de las islas. Ojalá vuelvan un día. Pero los cambios climáticos y el calentamiento global son fenómenos que criaturas como los pingüinos sienten primeros.
Prolongué mi estancia en Galápagos por unos días porque no me quería ir. Me fui con la decisión de volver en un futuro próximo. Ojalá entonces haya cambiado algo en la administración de las islas. Ojalá los habitantes no involucrados en el turismo hayan encontrado una maneras sustentable de ganar su vida y no tengan que cortarles las alas a los tiburones (para exportarlas a la Asia) y no tengan que recoger los pepinos marinos para el mismo mercado insaciable. Pero el problema se haya en la gente que tiene el poder político y que tiene el lucro del turismo de los cruceros. Las fundaciones dominan políticamente y las agencias de viajes traen el dinero. Entonces está pasando en Galápagos lo que está pasando en muchos sitios, para no decir en todo el mundo: se forma un enlace entre el poder político y el dinero. Creo que esto puede cambiar! Y lo quiero creer además. Porque si ya los pensamientos en cuanto al futuro son negativos, cómo vamos a construir un futuro positivo. Es tal como dijo mi profesor de motocicleta hace años: “Adonde miras es adonde vas!”

Asi que “ojo!” y hasta la proxima!
MIGUEL

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