A la primavera le queda poquísimo tiempo aca. La estación se cambia rapidamente para el verano calorozo. La naturaleza corre prisa para aprovechar el corto tiempo, por lo tanto los árboles florecen. De repente se cambia la aparencia de las avenidas y de las colinas. Últimamente el aire huele a jasmín y el todos los rincones se ve el cáñamo. El periódico muestra a diarias en una esquina de la portada la quantidad de polen que se encuentra en el aire. De esta manera me entero que en mi barrio contaron 7.438 polen de la morera, 74 polen del pino, 88 polen de hierbas, 20 de alternaria y 25 de cannabis en cada metro cúbico de aire. Gracias a Díos esto no me afecta nada y además en mi vida he sufrido concentraciones más altas de algunas de estas hierbas.
Estamos en la temporada del año en la que me gustaría ralentizar el momento de la puesta del sol o incluso pararlo. El aire entonces es tan fresca y la luz del sol es de color de miel. Hablando de cosas dulces: falta aproximadamente un mes para comenzar la temporada del mango. Es como una estación propia en el Pakistán. Mi amigo chofer, Asif, abrió los ojos de golpe cuando le pregunté por el comienzo de la temporada del mango. Un brillo semejante en los ojos a el de Asif habré habido yo de niño al llegar las Navedades.
Otro cambio drástico se está por realizar. Me mandarán a otro sito, a la unidad administrativa más pequeña que la organización tiene. Ya había ido al valle de Swat pero esta vez no voy a ir al afortunado refugio estival sino en el desierto de Punjab. La ciudad se llama Rahim Yar Khan y he oido hablar que hace unos años ha sido el lugar más caloroso del mundo (¡). Pesquisé el la red pero no pude encontrar pruebas para estos rumores. Sin embargo dar por sudar la idea de pasar el verano en la perifería del desierto de Thar. Hace cinco años estuve en ese desierto en el otro lado de la frontera indio-paquistani. Alcancé un récord personal de calor experimentado: 50°C.
Sea como sea, el sur de Punjab tiene sus vendajas: ahí crece un montón de mangos!